Leonardo da Vinci, ese genio universal que vivió y
exteriorizó su sabiduría durante el renacimiento italiano, como homenaje a
Vitrubio –arquitecto romano-, hace, en su Hombre de Vitruvio, mundialmente
conocido, una visión del hombre como centro del Universo, dejándolo ubicado en
un círculo y un cuadrado simultáneamente.
El cuadrado es la base de lo clásico, se empleaba en toda la arquitectura, el ángulo de 90º y la simetría, eran bases arquitectónicas griegas.
Buscaba la proporcionalidad del cuerpo humano, el canon clásico o ideal de belleza griegos.
Los griegos de la antigüedad clásica lo basaban prácticamente todo en una proporción numérica específica, esencial para sus ideales de belleza y geometría. Dicha proporción es conocida como razón áurea ó divina proporción.
Creían, aunque es un mito, que el entendimiento de la proporción podría ayudar a acercarse a Dios: Dios «estaba» en el número.
Es cierto que la armonía se puede expresar mediante cifras, no hay nada más perfecto.
El cuadrado es la base de lo clásico, se empleaba en toda la arquitectura, el ángulo de 90º y la simetría, eran bases arquitectónicas griegas.
Buscaba la proporcionalidad del cuerpo humano, el canon clásico o ideal de belleza griegos.
Los griegos de la antigüedad clásica lo basaban prácticamente todo en una proporción numérica específica, esencial para sus ideales de belleza y geometría. Dicha proporción es conocida como razón áurea ó divina proporción.
Creían, aunque es un mito, que el entendimiento de la proporción podría ayudar a acercarse a Dios: Dios «estaba» en el número.
Es cierto que la armonía se puede expresar mediante cifras, no hay nada más perfecto.
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